jueves, 19 de junio de 2008

Al son de la luz y los cantares a estela.

Por Fortuna, Teodosio García Ruiz no se suma a la lista de Poetas Tabasqueños a la que la burocracia cultural rinde pleitesía para esconder en homenajes su ignorancia, su desconocimiento. Nacido en la ciudad de Cunduacán Tabasco en 1964, poeta nativo perteneciente a ese ya mítico taller literario del 79 del Instituto Nacional de Bellas Artes ha recibido durante su enfatizado camino literario mas allá de los Premios Nacionales de crónica y de Poesía (1984 y 2000 respectivamente) y de los Premios Fundación Cultural Meidet y Tabasco de Cuento (1996) el reconocimiento más importante de todos cuantos existen en la vida de quien escribe, el reconocimiento sincero, directo, y abierto de sus multiplicados y fieles lectores críticos. Teodosio García Ruiz recibirá este tributo dentro del I Encuentro Nacional de Creadores, Tierra de Vacantes porque nadie mejor que el sabe que urge ofertar la lectura entre nosotros, que aun estamos a tiempo para interactuar con la palabra, pero no sólo para leerla si no también para hacerla, construyéndola cada vez mejor y fiel a nuestra voz y a nuestro tiempo. Que la palabra es movimiento, y que solamente a través del lenguaje es como se articula el pensamiento del hombre, que los lenguajes están escritos, esculpidos, pintados, y se escuchan, se ven, se huelen, se sienten. Que quienes escribimos lo hacemos prácticamente para que alguien nos lea en situaciones eminentemente humanas, y que es ese puente el que nos permite estar en contacto con el otro, y el estar en contacto con el otro es ser uno mismo; y esos otros, son precisamente los textos que leemos que algunos construimos. Eso es lo que nos trasmite Teodosio en su poesía, lo que significan las luchas intestinas en los sectores más desprotegidos de la fe, de la justicia social y porque no decirlo de la justicia divina. No es pues en los falsos palafitos sino en la calle, en la soledad de uno mismo, en las casas, en el silencio de todos nosotros, en las habitaciones de hoteles baratos, en la desesperanza del mundo, en la Terminal de autobuses y el principio del camino, en el amor y en la enfermedad, en el dolor y en la oscuridad, bajo la lluvia, en el deseo y el calor, en nuestra miseria y las cantinas paliativas donde Teodosio y el poeta, son considerados uno, una sola generación, una sola estirpe. Y aunque su vida y obra estén circunscritas por estos 10 años de obligado exilio, sabemos bien que en su interior, el silencio no esta, ni estará bruñido a la imposibilidad de un oráculo, si no mas bien, a la convicción de su rigor crítico.
Teodosio en posesión de una personalidad lírica se ubica pues como el poeta tabasqueño vivo más importante en estos tiempos desmesurados de finales de un milenio e inicio de otro. Como acierta a decir el maestro Fernando Nieto Cadena posee un discurso conquistado, expresión de una cosmovisión testimoniada con los arabescos de un lenguaje que rondando las esquinas del coloquialismo, se convierte en crónica intimista y desenfadada de su epopeya individual. Este colectivo reconoce entonces, a ese infatigable gestor de sueños, impulsor inagotable de realidades nuevas, imaginación vuelta asombros y palabras.